viernes, 13 de diciembre de 2013

Habrá más penas y olvidos


 
La siguiente es una historia de ficción.
Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.

El Sr. K era jefe, desde hacía veinte años, de una de las tantas sectoriales que supo forjar el cuerpo de informáticos de la provincia, acompañado por la Sra. P una trabajadora que como muchos empleados públicos, le dedicó su vida a la provincia.  Ambos hacían un buen trabajo llevando adelante la sectorial con sus maneras, con sus formas, adquiridas durante  años y años de experiencia en la administración pública. Pero llegó el “socialismo” y con él sus directores puente, directores nefastos que se ubicaron en puntos de interés para la gestión, y en esos puntos de interés los jefes que no fueron funcionales pasaron a ser jefes inútiles, jefes desechables, jefes necesarios de jubilar para hacerse con su categoría.

Uno de esos directores, la Directora B, llegó a la sectorial del Sr. K. Esta directora puente y sus esbirros aterrizaron para cumplir con las misiones y funciones asignadas por la gestión: correr al jefe “inútil” y hacer(o deshacer) como se les antojara. De manera burda comenzaron a  dar órdenes a los trabajadores del Sr. K,  puenteándolo, sin mediar palabra con él, sin el consenso siquiera, sin pedirle un consejo como para suavizar el accionar perverso… ni siquiera esa delicadeza tuvieron. En apenas unos meses el Sr. K y su compañera la Sra. P, pasaron a ser una sombra. Años de trabajo dilapidados por una directora política sin escrúpulos (y sin ideas) que ejecutó órdenes que otros con menos escrúpulos le pidieron.

La agonía se estiró un tiempo pero el final anunciado llegó: al Sr. K le prohibieron la entrada al edificio de su sectorial y lo dejaron boyando con su valija por ahí, sin tener siquiera un escritorio, como si fuera un visitador médico. A la Sra. P, que ya venía protestando contra la Directora B puente y su séquito, la escondieron en un puesto donde no molestar, lejos de su lugar histórico de trabajo.

El Sr. K pidió al gremio no hacer olas. El gremio, entonces, calló. A sus compañeros también les pidió lo mismo y los compañeros también callaron. Fue el fin de una carrera de 20 años para el Sr. K y todos permanecieron en silencio, excepto la Sra. P que sigue gritando en el desierto.

Pero la gestión tenía otra sorpresa para el Sr. K: ocupar un puesto de jefe en otra sectorial. El Sr. K pensó entonces que la gestión había recapacitado sobre su accionar; pero la realidad era otra. Otro jefe, el Sr. M, molestaba a la gestión y era necesario correrlo y poner a alguien ya aleccionado, al Sr K. El Sr. M fue degradado en su categoría y enviado a alguna recóndita oficina a sellar papeles. Y todo fue de nuevo silencio.

Pasaron años de gestión y de estos hechos decenas.

El Sr. K no dio pelea y hoy termina sus días en una oficina del gremio, aguardando su jubilación. Mientras tanto el accionar perverso de la gestión “socialista” continúa  en toda la administración pública, pero de manera cada vez más frecuente y cada vez más obscena. Con total impunidad van callando disidencias, van borrando del mapa a los “molestos”, van premiando a los oportunistas y serviles y castigando a los que los que critican.

Todo diría que van ganando, pero como dice la canción: “el tiempo está a favor de los pequeños…”.

***

El esbirro descalzo

Dicen que dicen que la Directora B fue con su séquito a una reconocida facultad de la provincia para que ésta desarrollara e implementara un complejo software en la sectorial del Sr. K. Dicen que dicen que desde la facultad les dijeron que estaban locos, que era impracticable, inútil y demasiado costoso en tiempo y dinero. Dicen que dicen que uno de los esbirros de la gestión se quitó los zapatos delante del académico de la facultad argumentando que “así estaba más cómodo” y subió sus distinguidas pezuñas arriba de un escritorio.