miércoles, 22 de enero de 2014

El empleado modelo de la gestión Echaniz: Virgilio Benedetto

 
Sólo le pido a Dios
que el engaño no me sea indiferente;
si un traidor puede más que unos cuantos,
que esos cuantos no lo olviden fácilmente.
León Gieco
  
Virgilio Benedetto viene de un lejano pueblo del sur de la provincia (a 322 Km. de la capital), con el nombre de una santa; pero él está muy lejos de ser un santo. Dicen que su pequeño estudio de abogado enseguida le quedó chico (como la ropa) y que buscó de mil maneras establecer cualquier tipo de relación, en su acelerada carrera. “Lo mío es la fama y el dinero”, se dijo cuando, cantando cumbia en un Karaoke del pueblo, sintió el calor de la gente y juntó las monedas que le tiraron; “me meto en política”, decidió y no paró hasta alcanzar la ciudad capital (ojo que va por más). Concejal (miembro de la Comisión comunal) de su pueblo, electo por la minoría peronista (sí: pe-ro-nis-ta) en 2005 y de nuevo en 2007*; en ambos períodos, transcurrido un tiempo, fue “declarado cesante por inasistencia a las reuniones ordinarias de la Comisión comunal”:

http://www.comunasantaisabel.com.ar/gobierno2005-2007.htm

http://www.comunasantaisabel.com.ar/gobierno2007-2009.htm

Lo extraño es que en ese lapso estuvo, en paralelo, ocupando cargos en la administración pública provincial. Particularmente, a fines de 2007 se sumó al staff de la Secretaría de Tecnologías para la Gestión, primero como una especie de asesor, luego ingresando al Sistema Provincial de Informática, subrogando un alto cargo donde se requiere una especialización informática (que no tiene) y luego, por regalo, titularizado. Una afrenta sin precedentes para los profesionales del SPI.

La cintura que mamá no le dio a su cuerpo, la mostró en sus movimientos de reptil, de partido en partido (o estando en dos –opuestos- al mismo tiempo), cambiando de cargo a cargo (o acumulando cargos), adulando a políticos y funcionarios, en el intento de jugar en las ligas mayores. Siempre se sintió un ganador, a pesar de la cara.

Tránsfuga** entre los tránsfugas, habiendo sido elegido miembro de la Comisión comunal, por el peronismo (Frente para la Victoria), el 2 de setiembre de 2007; y suscripto una solicitada en apoyo a la candidatura de Cristina Fernández de Kirchner el 10 de octubre del mismo año (las elecciones presidenciales eran el 28 de octubre); sin embargo, al mismo tiempo se lo podía ver por la ciudad de Santa Fe (donde tenía un cargo en el Ministerio de Salud, en paralelo al de la Comisión comunal de su pueblo) revoloteando a dos futuros secretarios del Gabinete del electo gobernador Binner, por el socialismo (Frente Progresista Cívico y Social): Javier Echaniz y El piojo Pfeiffer (tránsfuga mayor: pasó, en un abracadabra, del riñón reutemanista -después de ser descubierto en una oscura maniobra, nunca aclarada- a incondicional socialista).

¿Cómo Benedetto llegó a esos padrinos? Se presume que arrastrándose, en un continuo “vamos viendo” y en las sombras, merced a frecuentar reuniones y congresos (de distintos partidos), de sonreír en asados (de diversos colores), de soportar agobiantes jornadas de pesca (de variados funcionarios), tragando sapos y otras actividades sociales relacionadas a la succión de calcetines; hasta que vio el filón: dejarse apadrinar por los dos Secretarios “ganadores” (que, seguramente, algunos favores pensaban sacar de este joven letrado en ascenso libre).

Los jefes de sectorial de informática y de departamento de la STG, aún recuerdan una reunión con J. Echaniz y V. Benedetto, días antes de la fecha de asunción (10 de diciembre de 2007), en la que Echaniz mintió que había leído la propuesta de nuevo escalafón del SPI, que era lo que él pesaba y que lo iba a aplicar; nunca hizo más que trabajar para él y su entorno. Pero los jefes se acuerdan más de la cara de preocupado y solidario que puso Benedetto, cuando le plantearon cuestiones de la jubilación del SPI, y no olvidan las palabras del abogado comprometiéndose a “ocuparse del tema”. De más está decir que nunca hizo más que trabajar (poco) para él, primero; luego para los enjuagues de sus padrinos y socios; y siempre en contra del resto del SPI.

Los jefes de departamento de la STG tienen memoria de una reunión donde estuvo Benedetto, como recién llegado asesor legal (o algo por el estilo) a la STG. El leguleyo, mirando la lista del personal, descubrió que había un par de abogados en el SPI, y preguntó sorprendido:

-¿Cómo hay abogados en el SPI?

Los mismos jefes le explicaron que ambos eran idóneos en informática: que habían hecho cursos específicos, prácticas y exámenes, antes de ocupar sus cargos. Testigos aseguran que vieron luego a Benedetto mirando el techo y con cara de pensar: “¿Cómo?, abogados en el SPI…”.

Al poco tiempo apareció este, antes asombrado, abogado y concejal electo de su pueblo -en funciones- como personal del Sistema Provincial de Informática:“¿Abogados en el SPI?, ¡cómo no!”, dicen que susurró, entonces.


De la carrera de Benedetto en la administración pública, pudimos encontrar lo siguiente:
  • Ingresa como contratado para para desempeñar tareas de “supervisión, asesoramiento, seguimiento de gestión para el control económico, financiero y de gestión de los Hospitales y Servicios para la Atención Médica de la Comunidad” (Decreto 2684 de 2003).
  • Pasa a planta permanente en categoría 3 en el Ministerio de Salud (Decreto 3585 de 2005), mientras es Concejal electo 2005/2007.
  • Se lo designa como “Representante del Estado en el Consejo de Administración del Hospital Provincial de Rosario, con una remuneración equivalente a la totalidad de los haberes de la categoría 8…” (Decreto 2755 de 2006).
  • Renuncia al año (Decreto 2136 de setiembre de 2007).
  • Enseguida, se lo transfiere a la Dirección de Planeamiento Urbano del Ministerio Coordinador (Decreto 2982 del 3 de diciembre de 2007), acompañando al ya nombrado José Velásquez, pronto a ocupar una Subsecretaría en la STG, mientras es Concejal electo 2007/2009.
  • Desde que asume la gestión Echaniz en la STG (10 de diciembre de 2007) se instala allí, junto a su padrino.
  • Retomando la mágica “carrera informática” del ave negra, recordemos que, al año, pasa a ser personal del SPI en la categoría 3 (Decreto 629 de 2008), subiendo, por la misma norma, a la categoría 7: Jefe de Departamento de Auditoría Informática, por subrogancia. Luego le llega el nombramiento como titular del cargo.

Desde el primer momento, tanto el personal SPI como el sindicato, cuestionaron de diversas maneras a la conducción de la STG esta traición nunca antes vista, junto con el ascenso “calcado” de la contadora Roxana Bonafede (en el mismo decreto), al cargo de Jefe de Departamento Administrativo-contable. Cuando los cuestionamientos se hicieron más fuertes, Echaniz sacó un as de la manga (escrito seguramente por el propio Benedetto): una Resolución donde le asigna al Departamento del abogado (el de Auditoría Informática), unas funciones mentirosamente “informáticas”, de control de cuestiones ambiguas, en relación a la firma digital; como para cubrirlo, y cubrirse.

Vale una aclaración: Benedetto y Bonafede siempre estuvieron en el entorno de José Velázquez, otro funcionario “todo-terreno”, que pasó por Reutemann, Obeid, Binner y sigue con Bonfatti.

Famoso se hizo enseguida, Benedetto, en el Ministerio: cada proyecto de norma legal que enviaba, desde la STG, era improcedente, estaba incompleto y plagado de errores. “No parece abogado, por lo bruto”, comentaban los empleados de Despacho. Tantas veces tuvieron que devolverle los escritos que, finalmente, se dejaron ganar por cansancio. Pero el abogado no es tan bruto, de alguna forma escribió las normas que, por lo bajo, favorecieron a sus padrinos, socios y amigos.
Con la fama ganada, Benedetto fue entonces por más dinero: lo hizo en las elecciones. Conociendo solo de agachadas partidistas, trampas de comité y robos de boletas; sus padrinos lo afectaron a “tareas informáticas” del escrutinio. Durante varios meses previos al comicio, su tarjeta de fichaje se abría temprano a la mañana y se cerraba tarde a la noche (mientras al abogado “experto” no se lo veía ni cerca de la STG ni de la Secretaría electoral). Después de terminados los procesos electorales, cobraba miles de pesos de las horas extras (Decreto 1806 de 2010, entre otros) que el padrino Piojo repartía entre sus allegados, cortesanos y secretarias; mientras que a los trabajadores del SPI les controlaban una a una -y mezquinaban- las horas transpiradas en serio.

 

Ni olvido ni perdón 
 
“La culpa no es del chancho (Benedetto), sino de quién le da de comer (Echaniz y otros)”, dirán algunos. Puede ser, pero también podemos decir (a partir de los pocos documentos de acceso público y testimonios aquí publicados) que Virgilio Benedetto se merece sobradamente que el personal SPI lo tilde de: arrastrado, paracaidista, trepador, tránsfuga y traidor. Empleado en el Ministerio de Salud en Santa Fe, miembro de un consejo hospitalario en Rosario, concejal en Santa Isabel, empleado de Planeamiento urbano, asesor legal y jefe de un área informática, nunca abandonó su profesión de abogado:

http://www.ellitoral.com/index.php/diarios/2013/09/20/sucesos/SUCE-01.html

Podrán imaginar los lectores que lo que se ve es la punta de un iceberg de corrupción y Benedetto es tan solo un botón (botonazo) de muestra. 

Además (los días que aparece), su presencia de rata de escritorio en la STG (solo, en su pequeña pero confortable oficina, contestando expedientes), le recuerda al personal SPI que está usurpando un cargo que a algunos jefes de departamento y varios jefes de sectorial (que trabajan, son idóneos, tienen responsabilidades y funciones informáticas, y personal a cargo) se lo niegan.

Los trabajadores del SPI expresan que nunca recibieron tales y tantas afrentas a su carrera y a su dignidad profesional como con Javier Echaniz. Virgilio Benedetto, el “empleado modelo” de la gestión, no es siquiera un pez gordo (aunque lo parezca), pero es una muestra de la actitud que tiene la conducción de la STG con el personal. Por eso los empleados del SPI no olvidan ni perdonan: juzgan y castigarán a los culpables.


**tránsfuga. (Del lat. transfŭga).
1. com. Persona que pasa de una ideología o colectividad a otra.
2. com. Persona que con un cargo público no abandona este al separarse del partido que lo presentó como candidato.
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