sábado, 23 de noviembre de 2013

La indignación como motor

 
En el poco tiempo que llevo escribiendo este blog recibí todo tipo de adjetivaciones político-ideológicas como una manera de denostar, torpemente, ad-hominem, lo escrito. Me dijeron peroncho, kirchnerista, troskista, anarquista y hasta "ultra radical conservador"(sic). Obviamente ante este pobre ida y vuelta decidí cerrar los comentarios(los sigo recibiendo por mail, hasta esa molestia se toman). ¡Ojo! No es que tome como insulto el que se me adjudique tal o cual simpatía por un partido o movimiento, todos la tenemos y es parte de nuestra identidad, el problema es que quienes lo dicen sí lo usan como insulto hacia el escribidor, en lugar de refutar lo escrito.
 
Quiero dejar en claro cuál es mi realidad: no hay otra motor para este blog que la indignación. Es la necesidad de decir las cosas que uno sabe y otros callan(allá sus razones); es la necesidad dar ese grito en el desierto para no sentirme un brazos-cruzados más, de esos que se quejan pero que no hacen; es la necesidad de escribir lo que sé, lo que me indigna, para seguir viviendo según mi reglas, mi ética, mi moral. Porque esto que escribo, sencillos post con información conocida y tan poco dañina que no logro entender el por qué de los comentarios que recibo, lo escribiría aunque en el gobierno estuviera el peronismo, el radicalismo o el Partido Obrero.
 
Cuesta hacerle entender a mucha gente, y no hablo sólo de lectores de este blog(que reitero son pocos y no es humildad es la realidad) si no que hablo en general... cuesta que entiendan que no todas las acciones de las personas tienen un interés propio, egoísta. Cuesta explicarles que hay personas cuyas acciones son motorizadas por otras razones totalmente contrarias al individualismo.
 
"...Sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo.". Escribió el Che en la famosa carta a sus hijos(ahora me van a tildar de comunista)
 
"Les deseo a todos, a cada uno de ustedes, que tengan su motivo de indignación. Es un valor precioso. Cuando algo te indigna como a mí me indignó el nazismo, te conviertes en alguien militante, fuerte y comprometido.". Escribió Stéphane Hessel en su libro "¡Indígnate!"(ahora me van a tildar de ser miembro de las Fuerzas Francesas Libres).
 
No vayan a creer que lo único que me moviliza es la cuestión de la informática provincial y de la administración pública(no estaría mal tampoco si así lo fuera), tengo cientas de otras inquietudes y me informo y escribo y discuto sobre eso en otros foros, pero es de sentido común que un blog, con la diversidad que hay hoy en día, tenga una cierta cohesión.
 
Para finalizar quiero contar una historia que obtuve de primera mano y que es parte del motor de mi indignación que escribe este blog.
 
Una mujer, abogada ella, con años y años de carrera, con un puesto importante en la administración pública, con responsabilidades importantes también y con una tarea intachable, me contó que hace ya un tiempo fue apartada de su cargo, corrida, llevada a una oficina perdida para que ahí, en lo posible, termine su carrera administrativa, haciendo nada. Todo por no ser funcional a la gestión(una cosa es trabajar para una gestión que fue votada por la gente, otra es ser servil y funcional, que quede claro). También me contó que peor suerte corrió el marido, también abogado, también corrido de su cargo, pero además con una causa judicial y con una profunda depresión producto de eso.
 
Esta historia sería anecdótica si se tratara de un caso aislado, pero no es así. Historias como ésta se repiten en toda la administración pública provincial. Personas que reciben un llamado avisándoles que ya no trabajan donde estuvieron los últimos veinte años, personas apercibidas, personas sumariadas, personas que ven peligrar el puesto al que le dedicaron gran parte de su vida.
 
La sensación de tener que ir con pie de plomo para no ser víctima recorta el accionar y las decisiones que uno debe tomar como empleado provincial para hacer con correctitud su deber. Ser víctima te lleva por varios estadios: desde la indignación y el enojo hasta la impotencia, el estrés y la depresión. Y no es cuestión de pensar que eso le puede suceder a uno, es cuestión de darse por enterado que hay personas que hoy lo están viviendo.
 
Entonces yo pregunto casi al borde del grito: ¿cómo no indignarse con esto?

Saludos.